Cuando dentro de unos años hablemos de lo que pasó ayer, todos recordaremos qué hacíamos y dónde estábamos –muchos, trabajar desde casa debido a la pandemia– pero, ante todo, recordaremos a Putin invadiendo un país europeo.
Lo que hoy sabemos es que Ucrania y Rusia están en guerra. Que Putin decidió ayer de madrugada invadir Ucrania sin un motivo real –acusar a Ucrania de genocidio no cuela–. Y sabemos que sus tropas están ahora a las puertas de Kiev.
Con este paso dramático, Putin convierte a Rusia en un enemigo de la estabilidad en el continente europeo. La diplomacia en la que poníamos nuestras esperanzas ha fallado (casi del todo), como demostró Putin al rechazar responder a la llamada de Zelensky. Y, ahora, los 27 de la UE, EE.UU., Reino Unido y otros países se ven obligados a mover ficha.
Como ha declarado Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, ésta es la nueva normalidad para la Seguridad Europea.
Cómo hemos llegado hasta aquí
Desde el Kremlin, Putin desea reestablecer la esfera de influencia de Rusia en el Este de Europa, aunque eso suponga destruir los valores europeos que nos identifican, o a alguno de los países más cercanos a Rusia.
Putin ha tenido Ucrania en el punto de mira desde hace años. En 2014 un movimiento de protesta expulsó al presidente Viktor Yanukovich, pro-ruso, del gobierno, lo que Putin vio como una amenaza a su intereses. Tal fue su descontento que en abril de ese año invadió y conquistó Crimea. No sólo eso, también consiguió lanzar un movimiento de secesión en las regiones de Donetsk y Luhansk que dura ya 8 años.
Desde que Ucrania confraternizara con la UE, aunque aún no como miembro, Putin decidió que sus ansias expansionistas tenían que traducirse en hechos concretos. Esto es lo que comenzamos a ver a finales del año pasado y lo que ha hecho que muchos nos preguntemos: ¿Invadirá Putin Ucrania?
Todo apuntaba a que sí. Lleva meses acumulando decenas de miles de tropas en la frontera con Ucrania, haciendo maniobras conjuntas con Bielorrusia y lanzando el reto a la comunidad internacional de que la OTAN va contra Rusia. Por tanto, según su lógica, Rusia debe responder. Y eso hizo ayer.
Primeras horas
Ayer jueves 24 de febrero Putin lanzó lo que llamó una “operación militar especial” para la demilitarización y desnazificación de Ucrania. Sus justificaciones, vacías de realidad, eran que Ucrania estaba cometiendo un genocidio contra los ciudadanos rusos y que Rusia tenía la obligación de defender al pueblo ruso más allá de sus fronteras. Además, amenazó a las fuerzas internacionales diciendo que quienes se atrevan a interferir se enfrentarán a unas consecuencias nunca vistas.
Ucrania declaró la ley marcial y el presidente Zelensky dio armas a los ciudadanos (de nacionalidad ucraniana) que quisieran defender su país.
En un principio, el ataque a gran escala lanzado desde Rusia y Biolorrusia sólo tenía como objetivo atacar bases militares ucranianas. Pero a las pocas horas los medios ya comunicaban explosiones en Kiev, Kharkiv, Kramatorsk, Dnipró, Mariúpol, Odesa, e Ivano-Frankivsk. Los vuelos civiles dejaron entonces de sobrevolar toda la región afectada:
A última hora de ayer, el presidente Zelensky confirmó que al menos 137 civiles y militares habían sido asesinados. Hoy, las fuerzas rusas ya están en Kiev.
Primeras consecuencias
Rusia ha violado la soberanía e integridad territorial de Ucrania, y la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido han anunciado que las sanciones serán severas, excepcionales y estratégicas. Pero, ¿realmente lo serán?
Si hablamos de una intervención militar, ninguno de los países de la OTAN va a hacerlo. La OTAN ha activado sus planes de defensa, pero lo que significa es que lucharan siempre y cuando un país miembro sea atacado, no en otras circunstancias. Stoltenberg negó ayer la creación de una coalición anti-Putin; sin embargo, Ursula von der Leyen afirmó que, por poner la estabilidad de Europa en riesgo, se lo pondrán tan difícil como sea posible; Biden señaló a Putin como responsable final de la guerra con Ucrania; y Boris Johnson llamó directamente a Putin dictador.
Parece que las principales armas de los aliados son las sanciones, que serán masivas, acumulativas y estarán dirigidas a dañar la economía de Rusia:
- Financieras, desconectando a Rusia del sistema financiero internacional y limitando el acceso a los mercados de capitales para subir la inflación en Rusia y para erosionar su base industrial, entre otras.
- Tecnológicas, limitando el acceso a tecnología crucial para el desarrollo del país.
- Energéticas, cerrando el grifo del gas ruso a Europa. Alemania ya ha cancelado el permiso para el Nord Stream 2 con el que Rusia pretende exportar gas a Europa.
Con todo esto, el rublo cae y el petróleo sube su precio. Las bolsas europeas también caen pero, como han señalado muchos líderes, estamos dispuestos a asumir las consecuencias, siempre y cuando ayuden a detener la invasión de Rusia a Ucrania.
¿Qué significa para Ucrania y para la Seguridad Europea?
Sin duda alguna, hoy Ucrania está mejor preparada que en 2014. No pueden detener a Rusia por mar, pero pueden combatir en tierra. Pero por lo que vemos, lo tienen muy difícil.
Ayer la BBC entrevistó a Sergey Markov y, entre otras cosas, habló de la liberación del pueblo ruso en Ucrania, que había sufrido daño por parte de un gobierno represivo (pero recordemos que Ucrania ha sido una democracia desde 1991). Además, afirmó que Rusia tiene que eliminar la amenaza que supone Ucrania. Y añadió que Ucrania tiene que independizarse del poder americano.
El objetivo de Putin es claramente dividir y debilitar a la UE y quizás incluso regresar en el tiempo a siglos anteriores, cuando no había tantas alianzas internacionales y los países entraban en guerra para capturar territorios sin rendir demasiadas cuentas. Pero Rusia, lo quiera Putin o no, vive en el siglo XXI e iniciar una invasión tiene consecuencias.
Se abren así varios escenarios posibles, unos más peligrosos que otros, pero ninguno favorable para Ucrania o para la Seguridad Europea:
Ucrania como estado títere de Rusia
Putin pondría a un presidente afín a sus intereses y permitiría a Ucrania continuar siendo un país independiente pero no soberano. Esto permitiría a Rusia controlar al pueblo ucraniano ya que no es la primera vez que Ucrania tiene un gobernante pro-ruso.
Anexión de Ucrania
Puede suceder y podría ser la piedra angular en una recreación de la Unión Soviética. Rusia podría contentarse con detener ahí su expansión y utilizar a Ucrania como estado intermedio que alejase las fronteras rusas de Moscú y las acercase a la UE. Pero es poco probable que Putin se diera por satisfecho y podríamos esperar más guerras en otros frentes.
Guerra de poderes y posible Tercera Guerra Mundial
Con una Rusia como gran poder mundial, con el control de Ucrania y la ayuda o incluso la adición de Bielorrusia, volveríamos a un escenario más realista (en cuanto a la teoría de relaciones internacionales), de balance de poderes. Esto nos haría volver a una Guerra Fría, lo que podría desembocar en un escenario más peligroso aún de guerra nuclear.
Conflicto nuclear
Por último, el escenario más peligroso para la Seguridad Europea. Una guerra nuclear destruiría todo el sistema internacional. Aunque Putin ha declarado que Rusia continúa siendo una de las mayores potencias nucleares, es improbable que opte por esta vía.
Todo está por ver
La realidad es que nos encontramos en una nueva Europa después de la invasión de Ucrania. Muy pronto sufriremos en Europa los sacrificios derivados de los cortes financieros a Rusia, y puede que con dureza.
La relación de la UE y la mayoría de países democráticos con Rusia ha cambiado definitivamente. Incluso, es probable que haya cambios en la configuración de las fronteras Europeas, con una Rusia más grande y cercana a nosotros.
El reto que ha lanzado Putin al mundo es el mayor desde la Segunda Guerra Mundial, pero las alianzas internacionales aún tienen las herramientas para detener una escalada que, de otro modo, puede tener consecuencias devastadoras.
Lo que suceda en los próximos días puede marcar el futuro de nuestra generación.